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Con la llegada del Crossfit, también aterrizó el conocimiento de los movimientos olímpicos por parte de la población que, hasta ese momento, creía que eran de uso exclusivo de los practicantes y competidores de halterofilia. Debido a la imagen ruda de sus competidores, a la extrema diferencia que suponía respecto a la metodología habitual de entrenamiento para mejora de la fuerza y la salud, y a todo el entramado molón que rodea a este mundillo, rápidamente ganó adeptos.
El caso es que los movimientos olímpicos llevan utilizándose para el trabajo de la fuerza y la potencia en NO practicantes de halterofilia desde hace mucho tiempo. La única diferencia es que era más habitual en países en los que el entrenamiento de fuerza en deportistas aficionados está más arraigado y entre deportistas profesionales, o que aspiran a serlo, más profesionalizado. Estamos hablando, cómo no, de Estados Unidos. Habrá quien diga que la cuna de estos movimientos, donde realmente se perfeccionaron, es el antiguo bloque del este, los países del pacto de Varsovia, formado por la antigua URSS, Bulgaria, Rumanía, Polonia, Hungría, Albania, Checoslovaquia y la República Democrática Alemana. Y es cierto pero, aunque dominaron la halterofilia durante décadas, el número de practicantes era mucho menor de los que encontramos a día de hoy en Norteamérica o incluso en España. Cuando cayó el telón de acero, muchos entrenadores, exdeportistas, profesores e investigadores emigraron a EE.UU. donde, gracias al mito que rodeaba al altísimo rendimiento de sus deportistas, se les invitó a enseñar y llevar a cabo las mismas metodologías de entrenamiento en universidades y equipos profesionales. Debido a que en EE.UU. la halterofilia era una deporte que no contaba con los recursos que tenía en países como la URSS, empezaron a ponerla en práctica en otros deportes donde la fuerza y potencia suponen una ventaja competitiva con bastante acierto pero más problemas relacionados con lesiones y sobreentrenamiento.
A diferencia de lo que ocurría en la URSS, Rumanía, Hungría, etc, un deportista con aspiraciones profesionales no contaba con el mantenimiento y cuidado del Estado, por lo que debía trabajar paralelamente para poder comer o pagarse los entrenamientos. Esto hacía que los mismos entrenamientos que tan buenos resultados ofrecía en los países del bloque del este provocaran tantos problemas en Occidente. Además, y aquí es donde encontramos la clave de este artículo, a diferencia de lo que ocurre en Occidente, los deportistas no elegían practicar estos ejercicios, ni siquiera el deporte en el que debían progresar, sino que eran los médicos y entrenadores de los centros públicos de tecnificación deportiva quienes decidían qué deporte iba a practicar cada niño en función de su potencial. No hay que olvidar que los países comunistas históricamente han basado su propaganda en contra del capitalismo en su superioridad deportiva y semejante inversión requería centrarse en aquellos con mayor potencial. Sólo uno puede ganar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos o en el Mundial de cada deporte. Lo mismo ocurría en Cuba o a día de hoy en China.
Dicho potencial se basaba, entre otros, en aspectos como las proporciones óseas o la morfología articular que permitía la movilidad activa (no pasiva) necesaria para poder practicar movimientos olímpicos como el snatch sin riesgos. En cuanto a los riesgos, no es que les preocupara la propia salud de los deportistas, es que el que menos se lesiona puede entrenar más. Por lo tanto, una situación de igualdad potencial se traduce en mejores resultados y en más posibilidades de dejar en buen lugar al país en la próxima cita internacional. Sólo una mínima parte de los deportistas de fuerza disponía de la capacidad para soportar el volumen de entrenamiento necesario para alcanzar el éxito internacional, pero menos aún contaban con la morfología articular de tobillo, rodilla, cadera y hombro necesaria para hacerlo reduciendo el riesgo.
Las dos articulaciones que en mayor medida van a determinar que alguien pueda realizar movimientos como cleans o snatch son la cadera (coxofemoral) y el hombro.
CADERA
Va a depender directamente de la forma de la cabeza del fémur, pues esta determinará que alguien tenga mayor rango en flexión o extensión de cadera. En caso de tener una gran flexión podrás, con el tiempo, aprender a realizar ejercicios de halterofilia pero nunca serás un gran velocista. Más bien todo lo contrario en caso de que morfológicamente tu articulación permita una mayor extensión y menor flexión. Es importante resaltar que la movilidad articular se puede entrenar pero es la morfología (forma) articular la que establece el límite. Esta movilidad resulta determinante para ejercicios como snatch o clean, en los que tras el impulso inicial se recoge la barra desde una posición baja, debiendo bajar en gran medida el tronco sin perder la posición ni la verticalidad de la columna así como la alineación de la pelvis con esta última.
HOMBRO
Deberemos contar igualmente con la morfología articular que posibilite la suficiente flexión y rotación externa como para poder alcanzar la vertical de todo el brazo con los codos extendidos (flexión), así como del antebrazo con el codo flexionado (rotación externa o lateral). En caso de no contar con la suficiente movilidad, no habrá más remedio que rescatar grados mediante la extensión de columna y cadera arriesgándonos a lesiones realmente serias e irreversibles en muchos casos. Esta última condición afectaría igualmente a todos los presses verticales sin apoyo de la espalda como el press militar o push press. A esto hay que añadir, si queremos realmente hacer bien las cosas, un mínimo de 15 grados de escapatoria extra más allá de la vertical para que, en caso de perder el equilibrio o no ser capaces de soportar el peso y nos venza hacia detrás, poder “escapar” dejando caer la barra por detrás nuestro y evitar que se nos caiga encima de la cabeza o, lo que es peor, nos disloque el hombro y también se nos caiga en la cabeza.
En el caso del hombro, en PERFORMA Entrenadores Personales utilizamos un test para valorar si alguien puede realizar con suficiente seguridad movimientos olímpicos. En caso de no pasar el test, no significa necesariamente que no cuente con la morfología articular adecuada, pero en ningún caso podrá realizar presses verticales, o cualquier ejercicio que implique soportar una carga por encima de la cabeza, sin apoyo de la espalda en un banco que permita adecuar la inclinación del tronco a los grados que le faltan al hombro para que el brazo alcance la vertical.
Por último, en PERFORMA nunca utilizamos movimientos olímpicos excepto el hang clean, iniciando el movimiento desde medio muslo y nunca desde el suelo. Aún cuando se cuente con la movilidad suficiente, consideramos que no compensa el riesgo con el beneficio. La potencia se puede trabajar exactamente igual con otros ejercicios como saltos (box jumps) que, además, podremos ir lastrando con chalecos pesados de ser necesario. Además, no debemos olvidar que en los países donde estos ejercicios son más habituales, los niños aprenden a hacerlos desde el instituto, lo cual implica que su capacidad de aprendizaje es mayor así como su tolerancia al entrenamiento. Todos esos competidores que vemos en los Crossfit Games son deportistas que en muchos casos apuntaban alto ya fuera en el instituto como en la Universidad y que llevan haciendo estos ejercicios desde mucho antes de que Greg Glassman inventara el Crossfit.
No obstante, en caso de que nada de lo que te he dicho te haya convencido, y desees seguir haciendo snatches con el mismo ímpetu que Lidia Valentín pero sin la posibilidad de ir a unos juegos, no olvides que, a diferencia de la halterofilia donde se premia el máximo peso para una sola repetición, hace más de 20 años que sabemos que la máxima potencia no se consigue con el máximo peso, sino con bastante menos pero a mayor velocidad (Wilson, 1993).
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