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Los cinturones de entrenamiento son habituales en las salas del gimnasio, más todavía en la zona de peso libre. La pregunta es: ¿tiene alguna base científica entrenar con ellos o es sólo un coletazo más de esa tradición que no entiende de ciencia, ni siquiera de razonamientos lógicos? Hace años los utilizábamos en Performa, cada cliente disponía del suyo propio. Con el paso del tiempo, conforme fuimos investigando y ganando en criterio, los fuimos desechando excepto en casos de deportistas lesionados, con el objetivo de facilitar su vuelta al entrenamiento, o para evitar una recaída. En personas sanas, llevamos años sin utilizarlos debido a que las evidencias científicas actuales así lo recomiendan.
A día de hoy, la literatura científica es escasa, sobre todo si sólo tenemos en cuenta los estudios con muestras serias y metodologías rigurosas. Los siguientes puntos son aplicables tanto al uso de cinturones de entrenamiento como aquellos que se utilizan en el desarrollo de muchas profesiones que requieren mover pesos elevados. Según las evidencias sabemos lo siguiente (McGill, 1993):
- En aquellos que nunca han tenido una lesión de espalda, más concretamente de columna lumbar, no parece que tengan ningún efecto protector durante el entrenamiento o durante el movimiento de grandes pesos por la actividad profesional.
- Aquellos que se lesionan llevando un cinturón sufren lesiones sustancialmente más severas, y con un mayor coste de tratamiento, que aquellos que no lo utilizan (Mitchell, 1994). En este estudio se analizó durante seis años la severidad y el coste de tratamiento de 1316 militares lesionados.
- En alto rendimiento, parece que en algunos gestos aumenta el rendimiento pero no protege de lesiones. Si tenemos en cuenta que a más peso más riesgo de lesión ante misma técnica, se podría decir que su uso sólo estaría justificado en la alta competición donde el éxito depende de la marca.
- Aumenta la presión intraabdominal y la compresión vertebral en contra de la creencia popular.
- Aumenta la tensión arterial, por lo que su uso está severamente contraindicado en hipertensos. La evidencia en este aspecto es tan abundante y sólida, así como el respaldo de todos los profesionales, que no tiene sentido aburrir con las referencias científicas.
El cinturón, en distintos ámbitos
Ya en 1994, el informe del NIOSH (National Institute for Occupational Safety and Health), indicaba que el uso de este tipo de cinturones en el lugar de trabajo no disminuía el riesgo de lesión en personas que no se hubieran lesionado previamente. Esto se vio ampliamente demostrado en un estudio posterior, mucho más reciente, con una muestra de 13.873 empleados de grandes superficies, donde en 89 tiendas se obligaba el uso de estos cinturones y se comparaba con otras 71 donde el uso era sólo voluntario (Wassell, 2000). No se observó diferencia en el número ni en la magnitud de las lesiones de espalda.
En otro estudio se analizó la teoría de que el uso continuado de estos cinturones disminuía la fuerza de los músculos abdominales y su capacidad para estabilizar la columna frente a fuerzas externas. También se demostró que no era cierto (Walsh & Schwartz, 1990). El estudio se hizo con una metodología seria y una muestra de 81 trabajadores hace 25 años y a día de hoy todavía muchos defienden esta teoría. No obstante, sí que se ha observado que quien usa el cinturón durante un tiempo, corre mayor riesgo de lesión cuando deja de hacerlo durante un determinado periodo (Reddell, 1992). No obstante, como hemos observado, no sería debido a una pérdida de capacidad por parte de los músculos abdominales sino por otras razones. Teniendo en cuenta todo lo anterior, y en caso de que tu competición no permita el uso de cinturones, no parece muy inteligente usarlo durante el entrenamiento.
También hay quien defiende que, debido a que el cinturón aumenta la presión intraabdominal, podría proteger la columna lumbar (Harman, 1989; Lunder, 1992) pero ninguno llegó a calcular las posibles diferencias en fuerzas externas sobre la columna ni la compresión intervertebral. No obstante, se ha demostrado que, en contra de la creencia popular, el aumento de la presión intraabdominal ya sea provocada por los cinturones de entrenamiento o la maniobra de Valsalva, lejos de disminuir la compresión vertebral, ergo la presión que sufren los discos intervertebrales, la aumentan (McGill & Norman, 1987; Nachemson, 1986).
Por otro lado, se ha teorizado sobre cómo afectaría el uso de cinturones lumbares al trabajo de los músculos flexores y extensores de la columna, defendiendo que si limitaban el rango de flexión/extensión de la columna también podría hacer que estos músculos trabajaran menos. Pues bien, también se ha demostrado que no es cierto y que la activación de estos músculos no cambia según uses o no dicho cinturón (McGill, 1990; Reyna, 1995). Cierto y Snook (1995) llegaron a medir la señal eléctrica mediante electromiografía (EMG) y tampoco encontraron resultados diferentes demostrando que el uso de estos cinturones no le resta trabajo a los músculos que pretende aliviar.
Conclusiones
Para concluir, si analizamos toda la información anterior, debes quedarte con que el uso de estos cinturones puede protegerte si previamente te has lesionado de la espalda. En caso de que nunca te haya pasado sólo puede ayudarte a mover un poco más de peso, ante mayor riesgo de lesión, en gestos muy concretos que tan sólo tendrían sentido en la alta competición y en deportes específicos. Si aún así prefieres seguir utilizándolo para entrenar, deberás ir con sumo cuidado si en algún momento dejas de utilizarlo.
Es importante resaltar que las evidencias científicas son las que son, independientemente de lo que indique la publicidad o argumentos de ventas de los vendedores de cinturones. Como ves, todo esto se sabe desde hace años, décadas incluso, pero seguimos aferradas a la tradición que, como digo, no entiende de ciencia ni de razonamientos lógicos. También, como aviso a navegantes, añadir que la credibilidad y solidez de un estudio depende de la credibilidad de quien lo publica, su muestra y metodología, no de cuando fue publicado.
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